lunes, 21 de junio de 2010

PO el COLOR es en una fantasía

Miró en su interior y encontró en el vacío, una pesada oscura sombra. Desde hace años veía la misma silueta sentada en el sillón de la casa donde viven sus más íntimos secretos y se había acostumbrado a su presencia. Por una ventana de su corazón podía vislumbrar que en el exterior había ruido, movimiento y mucha luz… luces mezcladas, degradadas, multitonales. Le resultaba una paradoja descubrir esta realidad. Volvía a cerrar sus ojos sólo aparecer una negruda tela cubriendo el panorama de su cinescopio con sabor apagado.

En su mundo interior no sabía de atardeceres ni de paisajes primaverales pero aprovechaba la cualidad de bien proyectar las noches de luna insertada en una película romántica de la época que le tocó nacer. Sin embargo, se percibía enquistada en una caverna frígida, sin vida. Y pensaba que todo esto era normal.

Finalmente un día, desesperada toda, tomó una gran decisión: Lo que veía afuera, quería proyectarlo dentro. Quería ser un espejo de la realidad exterior. Y se dio a la tarea de investigar cómo podía producir color. Leyó por aquí, preguntó por acá. Producto de sus lecturas, reflexionaba sin descanso, desmenuzando cada línea, cada idea producida. Y se propuso poner atención a las cosas como nunca antes lo había hecho. Decidió ser una paleta mágica que convirtiese en luz todo lo que tocara. Y así fue… Si el cielo veía grisáceo, tomaba la paleta y la pintaba de azul, una cascada verdosa, en agua cristalina; un sol opaco, en amarillo vibrante; las flores monocromáticas en un sinfín de gamas visuales; la sonrisa de los niños, cubriólos de salmón carmesí; la pelota, el trompo, el auto abrillantado, por su color podía distinguirlos; después de la abundante lluvia, el arcoíris lucía vibrante; el mar barnizado, los bosques del verde saturados con matices para distinguir el valle extenso, la navidad sabía diferente… por fin había vida. Supo de la armonía, las emociones, la frescura de una mirada, en fin, todo cambió. Primero ella y por ende su universo exterior.

Fue llenando cada pixel de su entorno hasta que finalmente, el milagro sucedió. Se había convertido en fiel espejo de su realidad exterior. No más días lúgubres ni noches solitarias. No sería más una televisión blanco y negro. Había nacido la TV. de Color.

Juan Gabo

No hay comentarios:

Publicar un comentario