lunes, 21 de junio de 2010

Tener como amigo a un oso Parte II

Y de repente rodando por los valles de zarzamoras, entre lo dulce y lo agrio, entre lo púrpura y lo campirano… y de repente aterrizando entre las hojas caídas del naranjo, entre lo cítrico y lo soleado, entre lo amoroso y lo deseado. En los paisajes más tersos y en los terrenos más rebuscados tomas la delantera anunciando la llegada de nuestra truquera embarcación. No hay valiente que no nos tema, ni cobarde que no se sucumba ante nuestra manifestación; todos por igual, sorpresivos de nuestras hazañas, alaban y glorifican nuestro temple conquistador. Entrada la mañana, usurpadas las tierras, encarnadas las leyendas y vivida la acción; olidas las flores completas, saboreado los bombones y dormido en el colchón. Despierto… y entre mis brazos, en un pedazo de felpa, al final de la almohada, con la brisa de las sábana: mi fiel salvador. Con un par de ojos abotonados, oliendo a fresa y piñón, un poco deshilachado de tantas batallas ganadas, de aventuras inesperadas y de los abrazos que te propino cada vez que se apaga la luz del sol.

Noel

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