lunes, 21 de junio de 2010

Tener como amigo a un oso

Después de una larga caminata por fin llegué a la metal, al traspasarla y sentir mi respiración agitada, no pude más que comprobar que mis días de travesías por el bosque habían terminado.

Hace 10 años que recorremos el bosque, desde que salí de la universidad y con los compañeros de trabajo procuramos mantenernos activos haciendo actividades deportivas.

En esta ocasión era por parte de la empresa en la que trabaja. Una multinacional de publicidad, mi trabajo había comenzado a rendir sus frutos y por fin había alcanzado el puesto por el que siempre luche. Ahora luchaba por mantenerme siempre con lo más nuevo de cualquier tema de publicidad, algo difícil con toda la competencia y la tecnología cambiando cada día.

Este fin de semana partimos todos los compañeros y rentamos unas cabañas a lado de un hermoso bosque, como parte de incentivos empresariales y de mantener la buena salud de los empleados. Todo iba pagado por la empresa. Así que todos nos dedicamos a disfrutar del cambio de paisaje. Mi familia no pudo asistir, mi esposa tenía trabajo y mi hijo de tan son 3 años no resistiría los cambios de temperaturas tan extremas.

Todo esto pasaba por mi mente hasta que de repente la hermosa vista simplemente los borro y me dedique a admirar toda aquella naturaleza, estaba tan embelesado con el paisaje que me costó unos momentos darme cuenta que ya no me encontraba yo solo.

Al escuchar ruidos extraños voltee sigilosamente y no encontré nada, fue cuando descendí la mirada que encontré un par de ojos muy negros y expresivos, eran unos ojos muy bellos llenos de energía, era un osezno, no quise gritar ni siquiera pude moverme, sabía que la madre del oso estaría cerca y que de hacer algún movimiento en falso podría morir. Así que lentamente fui agachándome hasta quedar a un nivel que pudiera sentarme despacio. Espere unos minutos, pero la madre del osezno no aparecía, estaba llegando a la conclusión que se había perdido, el osezno me observaba a lo lejos, nos separaban tan solo 10 metros de distancia. Pensé en hablarle con un tono de voz tranquilo para que se mantuviera así. Decidí llamarlo Milo poco a poco comencé a dirigirme hacia él y gatear un poco más cerca.

No me tuvo miedo, y yo no podía dejarlo ahí solo, sin la ayuda de su madre tal vez moriría. Comencé a platicarle, me presente le conté que era lo que hacía ahí, parecía listo y casi como si pudiera entenderme solo inclinaba la cabeza, pasado no más de media hora el pequeño oso ya me tenía confianza.

El oso era de un color café pero tenía una mancha negra en su pata derecha, pase mucho tiempo hablándole acerca de mi vida, de cómo sentía que mi esposa no me entendía, del miedo de no ser un buen padre, de que tal vez no duraría mucho en el trabajo, todos mis miedos los fui liberando. Nunca fui alguien quien pudiera comunicarse con los demás, lo cual me resultaba completamente extraño, la última campaña que mi equipo y yo habíamos transmitido había logrado incrementar la venta un 20% más de los últimos 3 años.

Mi pequeño Milo no paraba de brincar y de intentar jugar. Pero tenía que irme pronto caería la noche y lo último que quería era encontrarme solo en un bosque a oscuras. No quería despedirme de él, sabia q tal vez tendría problemas al dejarlo solo, así que busque por ahí cerca algo parecido a una cueva lo lleve hasta ahí y le prometí ir a visitarlo para contarle como continúan las cosas.

Al regresar al campamento, todo el mundo se encontraba reunido para comenzar una búsqueda, tenían más de 5 horas buscándome en lo personal no pensé que había pasado tanto tiempo. Quise contarles la historia con el oso que encontré, pero sentí la necesidad de guardar ese momento solo para mí. Al día siguiente regresábamos a la ciudad, no pude ir en busca de mi pequeño Milo.

Regrese a casa e incluso no le comente nada a mi esposa, me limite a contarle las experiencias con los compañeros. Durante la semana estuve pensando en que habría pasado con el oso, al finalizar la semana no pude resistir y fui al bosque, me interne lo más que pude… no lo encontraba, se había ido, quizá su madre habría vuelto y ahora estaba con ella, era lo que deseaba, pero sentía las ganas de decirle gracias por haberme escuchado, hacia tiempo que no lograba sentirme acompañado por alguien como me sentí con él.

Ahora varios años después solo pienso como en un bello recuerdo, y deseo que Milo se encuentre feliz todavía voy al bosque ahora llevo a mi hijo y cuando me encuentro en aquel sitio siempre le cuento la misma historia.

“los amigos se encuentran en las situaciones más inesperadas”

Samantha Nieto

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